El hecho de poder conocer tu estructura natural, reconociendo tus potenciales innatos, tus dones y talentos, te posiciona a otro nivel para interactuar con los demás y poder tomar decisiones. En cualquier contexto en el que te encuentres, laboral, familiar o social, siempre estás estableciendo algún tipo de vínculo, porque es necesario para tu desempeño. Es por eso, que el tener consciencia de las herramientas con que cuentas para ello es un paso trascendental en la perspectiva de favorecer la forma de vincularte y obtener así mejores resultados.

Como puedes advertir, vincularse implica, sobre todo, comunicarse con otro. Y tener una comunicación coherente, no ocurre solo desde el lenguaje, también involucra al cuerpo y a las emociones (un concepto que posiblemente habrás escuchado en más de una oportunidad, sobre todo desde el contexto del coaching). Desde el SDH puedes aprender a escuchar tu cuerpo para dar una respuesta acorde, o comprender en qué punto de tu emoción te encuentras para tomar una decisión y lograr así que tu lenguaje actúe en coherencia para la acción o el compromiso.

En este sentido el SDH no solo te lleva por el camino de conocerte a ti mismo, sino que te abre camino para conocer a quienes tienes a tu lado. Si buscas relaciones sanas, el aporte que te ofrece SDH es clave para una relación natural y exitosa. La base es conocer al otro en sus necesidades naturales, desafíos personales y talentos disponibles.

Cuando se consigue este tipo de comunicación, el otro deja de ser un problema para comenzar a ser un camino de transformación, en el que sus vulnerabilidades se presentan como la oportunidad de apoyarlo. Y te das cuenta que lo que antes te molestaba, se convierte en valores como el amor, la gracia y la paz. Esto se traduce en aprender la aceptación y comprensión de “otro diferente a ti”.

Estar en el camino opuesto, no entendiendo al otro, es sentir que no se puede avanzar, es una sensación desgastante y de agobio que desalienta y frustra.